viernes, 20 de enero de 2012

Pablo Gallego, lo mejor para el final


En el restaurante Pablo Gallego, de A Coruña, había muy poca gente siendo sábado por la noche. Es una lástima porque el salón es acogedor pero la falta de clientela siempre enfría el entorno. La carta no es muy amplia, entre los mariscos destacan las cigalas y la centolla. Los percebes son muy pequeños este año así que se les ocurre la brillante idea de prepararlos en croquetas. No las probé pero me quedé con las ganas porque seguro que el sabor debe resultar intenso y aromático. 
De entrante, un carpaccio de cigala y nori. Sabroso, perfectamente aliñado, creaba un juego interesante entre el marisco finísimo y las suaves algas.



La centolla es un marisco que, como la mayoría de sus congéneres, necesita de poca creatividad culinaria. Basta un agua hirviendo en su punto de sal y dar con el tiempo justo para que la carne quede jugosa y firme. Con ésta no acertaron en ninguna de las dos cosas. Me pareció sosa y pasada de cocción. Qué pena!
Menos mal que el camarero acertó con el vino. Gracias a su recomendación probamos el Crego e Monaguillo, de Monterei, elaborado con uva Godello, que resultó de una untuosidad y delicadeza verdaderamente elegantes. 
Precisamente el vino y el postre de helado de queso con crema de membrillo y torta de almendras se convirtieron en las estrellas del menú. 
En esta ocasión los secundarios sobresalieron sin duda por encima de los actores principales. 




 También la milhoja de chocolate con granizado de café dejó bien alto el pabellón repostero.
Los clientes de la mesa de al lado se atrevieron con la lamprea a la bordelesa (las primeras de la temporada), un plato que siempre ha despertado mi curiosidad pero que aún no me he decidido a probar. Su receta es sumamente laboriosa, ya que requiere una extremada limpieza del animal, después hay que desangrarla y freírla, esperar tres días y prepararla con la propia sangre. Si no me atreví a probarla sí me lancé a preguntar al atrevido comensal por su sabor.
"Sabe a mar", me contestó, "igual que el mar". A lo mejor a la próxima me atrevo.






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