Pues resulta que el sábado llega la hora de comer y nos pilla en Vallecas y dónde comes en Vallecas?
Por lo que sabía, en este barrio madrileño, de sabor vecinal y cuerdas con ropa tendida, se tiene en consideración un restaurante llamado La Merced pero, inexplicablemente, cierra los sábados. Vamos entonces a Casa Doli.
El recibimiento de José Antonio de Frutos, Jose, te pone inmediatamente a su favor; es un dueño de esos que están a todo y tan a todo que tiene al cocinero de baja y se mete él en la cocina y, como puede, atiende él solito a todo el comedor.
El menú se redacta -se nota- desde el mercado, así que es breve y cambiante, aunque con ciertos clásicos como las anchoas, que prepara suaves y aceitadas, en su punto de sal y con todo el sabor. Ni un pero.
Trae buen marisco, pescados frescos y carne exquisita.
Lo comprobamos con un chuletón de ternera perfectamente cocinado, para caerte de espaldas. No quedaron ni las raspas.
Para dulcificar el gusto, tarta de zanahoria casera.
Por lo que sabía, en este barrio madrileño, de sabor vecinal y cuerdas con ropa tendida, se tiene en consideración un restaurante llamado La Merced pero, inexplicablemente, cierra los sábados. Vamos entonces a Casa Doli.
El recibimiento de José Antonio de Frutos, Jose, te pone inmediatamente a su favor; es un dueño de esos que están a todo y tan a todo que tiene al cocinero de baja y se mete él en la cocina y, como puede, atiende él solito a todo el comedor.
El menú se redacta -se nota- desde el mercado, así que es breve y cambiante, aunque con ciertos clásicos como las anchoas, que prepara suaves y aceitadas, en su punto de sal y con todo el sabor. Ni un pero.
Trae buen marisco, pescados frescos y carne exquisita.
gambas de Huelva |
el chuletón |
Para dulcificar el gusto, tarta de zanahoria casera.
No es que el menú se salga de lo normal. Si lo traigo hasta La salsa de la vida es porque creo que todos los ámbitos las cosas se pueden hacer bien o mal. Así, en cualquier barrio, en cualquier local, te puedes encontrar con gente como Jose, que sigue la estela de su padre, quien abrió el local en los años 60, y que disfruta con lo que hace. Se nota porque no se le va la sonrisa ni en días complicados como ese sábado con el cocinero de baja y, sobre todo, porque cada plato tiene toda la dignidad de una estupenda materia prima y muy buena mano en la cocina.
Sí, en Vallekas.
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